España, a lo largo de su Historia ha tenido el privilegio de ser un país multicultural, en el que, gracias a la entrada y a la influencia de sociedades como la romana o la árabe, entre otras civilizaciones, ha convertido a nuestra piel de toro, durante siglos, en un lugar único, donde el crisol de culturas ha permitido adoptar costumbres sociales, gastronómicas y técnicas, que no sólo han mejorado nuestra salud física, espiritual, calidad de vida y nuestra forma de convivir junto a los demás, haciéndonos crecer en tolerancia y generosidad, sino que dicha mezcla ha servido además para adoptar elementos culturales, sin los cuales hoy sería impensable vivir, como por ejemplo los baños de agua o vapor calientes, tan fundamentales para relajarnos de nuestra rutina diaria como respirar.
Sobre el origen, uso y beneficios de una de esas costumbres milenarias acogidas en primer lugar por la llegada de los romanos y adaptadas después por nosotros, influenciados por culturas como la turca, marroquí o magrebí, vamos a centrarnos en el post de hoy. Nos referimos al Hammam o Baño turco, una inagotable fuente de bienestar pensada para purificar cuerpo y mente. ¿Quieres conocer más sobre su procedencia y cómo utilizar correctamente este espacio de paz y salud? No te pierdas toda la información que Saunas Avilsa te ofrece a continuación.
Orígenes del Hammam
El Hammam, también conocido como baño turco o de vapor, significa literalmente “difusor de calor” y se trata de un espacio que, hace miles de años tenía fines rituales, es decir, estaba pensado para la purificación y limpieza del cuerpo y del alma. Se sabe que su origen procede de la antigua Roma, ya que tanto las famosas termas como los baños públicos eran lugares de reunión que la sociedad de aquella época utilizaba, tanto para realizar actividades lúdicas como para hacer ejercicio.
Con el paso de los años y la inmigración, esta estancia ha logrado extenderse por toda Europa hasta consolidarse hoy en día como una alternativa natural y eficaz de belleza, cuyo objetivo fundamental, además de conseguir una profunda higiene corporal busca ir más allá, limpiando la mente y purificando el alma.
El Hammam, concepto adaptado por los otomanos inspirados por su religión, ya que consideraban que, el ritual de purificación y baño era esencial para su oración diaria es probablemente la tradición más antigua vigente hoy en día y cuya popularidad está creciendo cada vez más a lo largo y ancho de nuestro mundo. Aunque en un principio se trataba de un lugar al que sólo podían acceder los hombres, por suerte, las reglas del juego fueron cambiando con el paso de los años, permitiendo que las mujeres también pudieran finalmente disfrutar de este baño reparador, pues se consideraba que el calor de las aguas termales favorecía la fertilidad femenina.
9 pasos para disfrutar de un baño turco
Para tomar un baño turco de forma correcta es necesario pasar por varias fases:
- Entrar al vestuario (Camekan). Conocido también como zona fría. En primer lugar, se accede a esta estancia para ponerse la ropa de baño.
- Beber agua o infusiones. Antes de entrar y disfrutar de este tradicional y cálido baño de vapor se recomienda beber para evitar la deshidratación.
- Darse una ducha templada con jabón. Este paso, aunque es opcional está pensado para que nuestro cuerpo, a través de un remojón cercano a nuestra temperatura corporal, se adapte mejor al calor una vez que entramos a la llamada zona caliente.
- Acceder al Hammam (Hararet) con albornoz o toalla. Esta es una importante medida de higiene que además de proteger contra las bacterias o posibles infecciones, ayuda y favorece a que mediante los tejidos, se abran los poros y mejore la transpiración del cuerpo.
- Estar dentro sentada o semiestirada. En el interior del Hammam es necesario y recomendable permanecer en posición sentada o medio tumbada pero nunca con el cuerpo estirado del todo.
- Permanecer en el interior una hora como máximo. Una vez dentro de la sala caliente, el tiempo de permanencia mínimo recomendado es de 30 minutos y una hora como máximo. Sólo de esta manera se logra relajar la musculatura y abrir los poros para limpiar y purificar nuestra piel.
- Duchas frías. Tras varios minutos dentro del Hammam es recomendable intercalar el calor con duchas frías con la finalidad de tonificar nuestro cuerpo.
- Masajes relajantes y exfoliación. Para completar este baño de vapor y absorber sus múltiples beneficios, es importante combinar este ambiente purificador con tratamientos que ayuden a relajar la tensión mediante masajes con aceites naturales y exfoliaciones corporales que eliminen las células muertas, utilizando, por ejemplo, jabón negro de oliva y eucalipto para junto al calor y la humedad, activar la circulación sanguínea y lograr al finalizar la sesión, una epidermis tan suave como la de un bebé.
- Al salir, reponer líquidos en una sala fresca (Soğukluk). Una vez que se sale del Hammam se pasa a una sala más fresca donde poder beber agua, zumos o si lo prefieres, alguna infusión para hidratarte y recuperar así, los líquidos perdidos durante el baño turco.
Conclusión
Disfrutar de un baño turco ayuda a romper con la rutina y a cuidarnos por dentro y por fuera. Así que, si estás pensando en instalar un Hammam en tu propia casa para deleitarte de este rincón de salud y bienestar, no dudes en consultar, sin compromiso, a nuestro equipo profesional de Saunas Avilsa, convertiremos tus sueños en realidad.
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